Cassataro explicó: “Estamos recién empezando, es un proyecto que nos financió la Unidad Coronavirus del MINCyT hace 15 días, somos un grupo multidisciplinario de inmunólogos, que ya veníamos trabajando en vacunas, virólogos y expertos en estructura de proteínas”.
“Nos presentamos a la convocatoria porque ya veníamos trabajando en vacunas orales, contra enfermedades infecciosas y veníamos viendo que hay algunos grupos en el mundo que están muy adelantados y la pregunta que nos planteamos fue si valía la pena empezar algo desde acá, pero en el mundo hay cien grupos como el nuestro que recién empiezan a probar, y si efectivamente logran resultados exitosos habría que ver lo que sucede con la distribución de las vacunas, para que efectivamente lleguen a nuestro país y a todo el mundo, por eso nuestro proyecto es para probar en más o menos 9 a 12 meses lo que sería la etapa preclínica, y si tenemos buenos resultados ahí tendremos que conseguir mucho más financiamiento para comenzar la etapa clínica”, agregó.
En estos momentos, el proyecto de los científicos argentinos se encuentra en una fase de estudios preclínicos. “Ahora estamos en la parte en la que los especialistas virólogos y de estructura de proteínas se encuentran eligiendo cuáles son las partes del virus (SARS-CoV-2) que se van a usar en la vacuna, porque nos queremos asegurar que tenga los antígenos de la cepa que circula en nuestra región”, precisó Cassataro.
Respecto a cómo seguirá el proceso en ese punto, la investigadora manifestó: “Allí lo probaremos con diferentes adyuvantes o formulaciones en ratones para ver la inmunogenicidad, y ver cuál de todos los que probamos da la respuesta que buscamos, que es encontrar anticuerpos neutralizantes del virus”.
“Lo que vamos a desarrollar es una fórmula de vacunas a subunidad, con proteínas recombinantes, como la que se da contra la Hepatitis B, pero vamos a probar también con adyuvantes conocidos como los que se dan contra la influenza estacional y también probaremos unos compuestos que tenemos patentados con el CONICET y UNSAM que mejoran la administración oral, probaremos las dos cosas, es decir la vía oral y parentenal -se aplica por vía intramuscular o a través de la piel (subcutánea)- y la que funcione mejor y además sea más económica en cuanto a su producción y facilidad de administración es la que vamos a seguir”, detalló la especialista en inmunología.
Respecto a si es posible, entre tanto, implementar la inmunidad de rebaño, Cassataro dijo: “Lamentablemente, por lo que sabemos de trabajos publicados por investigadores franceses, la inmunidad de rebaño no está sucediendo. Por ejemplo, en Francia y España, países que tuvieron alrededor de 27 mil muertos cada uno, sólo el 5% de la población tiene inmunidad, con lo cual, para llegar al 60%, 65% que se necesitaría para lograr la inmunidad de rebaño, es muy peligroso pensar en eso, y todos los países que abrieron sus cuarentenas tuvieron que volver a cerrarlas”.
Consultado por este medio sobre cómo ve el desarrollo de una vacuna para el coronavirus y el problema en cuanto a su producción, distribución y accesibilidad, el científico y actual titular del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, manifestó: “Aquí hay un tema de fondo en el desarrollo científico mundial, que es saber cómo compartimos el desarrollo científico. Desde 1949 el acceso a las tecnologías científicas es considerado un derecho humano, como la salud o la educación. Uno mira el tema de la vacuna como un desarrollo científico en el que puede haber una patente detrás de su aparición. Pero también está el tema del acceso universal a un desarrollo tecnológico que debe ser compartido a las grandes empresas con capacidad de producción”.