¿Qué es ser una persona analfabeta en el año 2024 en la Argentina?

Jul 18, 2024

Por Ileana Chirinos *

¿Qué es ser una persona analfabeta en el año 2024 en la Argentina?

Jul 18, 2024

Por Ileana Chirinos *

La definición clásica de analfabetismo refiere a la incapacidad para leer y escribir. Según la Real Academia Española (RAE), un analfabeto es «aquel que no sabe leer ni escribir; ignorante, sin cultura, o profano en alguna disciplina». Estas definiciones corresponden a un enfoque tradicional, usado para medir el grado de desarrollo en muchos países, incluyendo a la Argentina.

Según el Censo 2022, Argentina es un país «libre de analfabetismo» con sólo 1,9% de personas que no saben leer ni escribir. Sin embargo, esto no refleja la creciente cantidad de analfabetos funcionales o secundarios que está produciendo nuestro sistema educativo actual.

Detrás de los datos, hay sobre todo personas. Cuando se informa que en Argentina 6 de cada 10 alumnos se ubican en el nivel más bajo en la prueba ERCE* de lectura de 3er grado, implica este tipo de situaciones cotidianas. Mensajes que circulan por WhatsApp como: «Mi nombre es Rocio ¡Vuenas tardes!, me digeron q esta vuscando gente para travajar puede ser?» son comunes, si es que no se convierten en lo habitual lamentablemente.

Por lo que se hace necesario tipificar de alguna manera el nuevo fenómeno que estamos viviendo y que por la neblina mental que, como sociedad estamos atravesando, no prestamos la suficiente atención.

El analfabeto primario es la persona que nunca aprendió a leer y escribir. El analfabeto secundario aprendió a leer y a escribir, pero con el tiempo olvidó esa capacidad porque el aprendizaje fue superficial (y por ello la habilidad se perdió). Es la persona que lee muy poco y su lectura es pasatista o ligera o, dicho en otras palabras, no aborda temáticas complejas como por ejemplo la lectura de la filosofía, metafísica o teoría macroeconómica.

Por otra parte, la literatura especializada también distingue entre analfabetismo absoluto y funcional. El analfabeto absoluto es la persona que no sabe leer ni escribir en absoluto y el analfabeto funcional son los individuos que, aunque saben leer y escribir frases sencillas, no dominan la técnica de la lectoescritura ni tampoco tienen conocimientos básicos de matemáticas y aritmética.

Es sabido que Internet constituye una gran fuente de información y conocimiento. Sin embargo, aunque haya personas que utilicen ambos términos como si fueran sinónimos, existe una distinción manifiesta entre ellos. Mientras que la información presenta hechos y cifras, es el procesamiento de esos hechos y cifras lo que conduce al conocimiento, es decir, a la comprensión cabal de un tema.

Pero además de estos analfabetos tradicionales también tenemos al más conocido como analfabetismo digital, que se subdivide en:

  • Tecnológico: Desconocimiento de cómo usar las herramientas tecnológicas.
  • De Datos: Incapacidad para navegar y utilizar productivamente la información generada por las tecnologías. No es solamente acceder a los datos, sino poder ser selectivos y talentosos a la hora de utilizarlos.

El analfabetismo digital es una limitante en la búsqueda de empleo, un mejor salario o la participación en la sociedad de consumo. Pensemos en el uso del homebanking y las billeteras virtuales. Así como la alfabetización histórica era una barrera para acceder al mercado laboral, hoy el analfabetismo digital cumple una función similar, excluyendo a muchas personas, especialmente a los adultos mayores.

Otro tipo de analfabetismo es el emocional. La gestión de la emoción es la diferencia competitiva que tenemos con los robots. Empatía, creatividad, innovación, resiliencia e influencia son ejemplos. Aunque ya existen robots que detectan emociones a través de sensores avanzados, la inteligencia emocional sigue siendo crucial para las relaciones y el bienestar personal. Sin embargo, estas habilidades a menudo se ignoran en las mallas curriculares universitarias y más aún en el ámbito de negocios y economía.

Muchas personas en posiciones de liderazgo no son conscientes de cómo su analfabetismo emocional afecta al clima laboral y al desempeño de sus equipos. Sin medidas preventivas ni correctivas, la violencia laboral es una consecuencia frecuente.

Podríamos esperar que las instituciones educativas respondan a esta necesidad actualizando sus contenidos. Los nuevos éxitos de taquilla reflejan la demanda de mayor conocimiento y atención a la gestión de emociones. (Por ejemplo, el éxito de la película «Intensamente dos»).

Además, existe un analfabetismo moderno: aquellos que, pese a saber leer y escribir, no utilizan estas habilidades. La digitalización excesiva ha llevado a una generación que depende de la tecnología para información rápida, sin desarrollar comprensión profunda ni pensamiento crítico. En Suecia, se ha observado una disminución en la comprensión lectora entre los niños debido al abuso de pantallas, por lo cual el gobierno ha restringido la digitalización en las aulas y promueve la lectura comprensiva.

Otro tipo de analfabetismo es el «global», relacionado con el uso del idioma inglés o chino, esenciales para comunicarse en entornos globales, y que aún no se masifican lo suficiente en nuestras escuelas.

Para empeorar aún más las cosas, varias de las redes sociales contribuyen de manera directa y efectiva a la «apología de la ignorancia», donde el conocimiento superficial se valoriza sobre el aprendizaje profundo. Donde mostrarse tremendamente ignorante es tomado como un plus más allá de ser en sí mismo una verdadera tragedia. Esta tendencia es preocupante, ya que la falta de interés por el conocimiento limita el desarrollo personal y profesional de los individuos.

Guillermo Jaim Etcheverry, en su libro «La tragedia educativa», afirmó: «El descuido de la educación por parte de la dirigencia social, así como el descenso del rendimiento académico de niños y jóvenes, reflejan una modificación en las expectativas que la sociedad deposita en la escuela». La sociedad argentina no valora el conocimiento y exige poco de las instituciones educativas.

Finalmente, los mensajes mal escritos en WhatsApp ilustran cómo circulan las deficiencias en habilidades básicas y funcionales, afectando directamente las oportunidades de empleo. Reflejan no solo la falta de educación formal, sino también una desconexión con las exigencias del mundo laboral moderno.

Como conclusión y sin ninguna pretensión más que la de lograr reflexionar acerca de esta temática, puede decirse que en una era donde la información está al alcance de un clic, la verdadera alfabetización implica no solo la capacidad de leer y escribir, sino también el manejo de la tecnología, la comprensión de datos, el desarrollo de habilidades emocionales y el dominio de un idioma extranjero. Es imperioso que la educación en Argentina evolucione para abordar estos desafíos, promoviendo una alfabetización integral que prepare a los ciudadanos para enfrentar un mundo cada vez más complejo y digitalizado. Solo así se evitará la creación de una nueva clase o casta de analfabetos: los analfabetos del siglo XXI.

*ERCE: Evaluación Regional Comparativa y Explicativa, iniciativa del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la UNESCO, que proporciona herramientas para diagnosticar los aprendizajes de los estudiantes de 3er grado en lectura y matemáticas.

* Mgter. en Administración de Empresas). Coordinadora de Violencia, Género y Diversidad de la UNViMe.

Ir al contenido


Cargando