Día del Historiador

por | 1 Jul 2021

En 2002, el Congreso de la Nación estableció a través de la Ley 25566, el 1 de julio como Día del Historiador. Fue en homenaje a «los escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propagación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico».

Aunque la conmemoración es reciente, la fecha que le dio origen se remonta al siglo XIX. Hace exactamente 207 años.

El 1 de julio 1812, el Primer Triunvirato de las Provincias Unidas del Río de la Plata firmó un decreto que ordenaba la escritura de «la historia filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar la memoria de los héroes y las virtudes de los hijos de América del Sud, y a la época gloriosa de nuestra independencia civil».

El documento hablaba de proporcionar un «nuevo estímulo» y «llenar las aspiraciones de las almas grandes». Su objetivo era doble: impulsar una crítica profunda al orden colonial y legitimar la nueva forma de gobierno, a través de un análisis del pasado y los sucesos recientes. La idea pertenecía al Secretario Bernardino Rivadavia.

Habían pasado dos años de los acontecimientos que derivaron en la conformación del primer gobierno patrio. Y sus protagonistas ya eran plenamente conscientes de que atravesaban un momento histórico inédito.

Es que el proceso desatado en 1810 -y que se extendió por varios años- tuvo esa característica: no solo representó cambios políticos y económicos; sino una transformación subjetiva, la idea de que habría un «antes» y un «después».

La Argentina que conocemos hoy cristalizó varias décadas más tarde. Pero, desde el comienzo, la revolución se convirtió en un «mito», un punto de partida desde el cual explicar el presente y augurar un futuro prometedor.

El encargado original de escribir esta primera historia oficial en 1812 fue el fray Julián Perdriel. Dos años más tarde, sin embargo, le retiraron el pedido alegando problemas económicos. Los expertos creen que la verdadera razón radicaba en las tensiones que había entre los propios dirigentes revolucionarios. Como ocurre siempre, los diferentes proyectos políticos implicaban también distintas formas de encarar el pasado y los «orígenes».

La empresa fue transferida al Deán Gregorio Funes, un ilustrado político cordobés, quien ya venía trabajando en el tema y contó con el apoyo de Rivadavia. Su Ensayo de la Historia Civil de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay tuvo finalmente tres tomos. Comenzó a publicarse en 1816, con un nuevo impulso: la declaración de Independencia de las Provincias Unidas en Sud América.

La obra culminó con la apertura del Congreso de Tucumán, del 25 de marzo de 1816. Funes no participó de esa instancia, pero había sido un testigo privilegiado de muchos otros hechos que relató: era una época donde la historia no solo se contaba… sino que se hacía.