29 de Agosto: DÍA DEL ÁRBOL

por | 29 Ago 2020

En Argentina el Día del Árbol se celebra el 29 de agosto. Esta celebración se realizó por primera vez en 1901, luego de que el Consejo Nacional de Educación la estableciera el 29 de agosto de 1900, gracias a la iniciativa de Estanislao Zeballos.

Desde el siglo XIX se promovió la actividad forestal, siendo su principal impulsor Domingo Faustino Sarmiento (presidente de 1868 a 1874), quien manifestó: «El cultivo de los árboles conviene a un país pastoril como el nuestro, no sólo porque la arboricultura se une perfectamente a la ganadería, sino que debe considerarse como su complemento indispensable. La Pampa es como nuestra República, tala rasa. Es la tela en la que ha de bordarse una nación. Es necesario escribir sobre ella: ¡Árboles! ¡Planten árboles!».

En la actualidad la Selva Paranaense o Selva Misionera se encuentra en situación crítica: sólo queda un 7% de su superficie original. Mientras que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida, la mayor parte remanente se encuentra en nuestro país, donde ha ido disminuyendo desde una superficie inicial de más de 2 millones de hectáreas hasta tan solo unas 40.000 hectáreas de selvas prístinas y alrededor de 800.000 hectáreas de selvas secundarias en la actualidad.

En tanto, Greenpeace mostró un monitoreo satelital de los bosques de Salta, Santiago del Estero, Formosa y Chaco, donde en conjunto se concentra el 80 por ciento de la deforestación del país por el avance de la frontera sojera.

A más de 10 años de la sanción de la Ley Nacional 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos o Ley de Bosque Nativo,  que regula el uso de los Bosques Nativos, dirigida a promover la gestión forestal sustentable. Esta ley fue promulgada y reglamentada el 23 de febrero de 2007. La misma se respeta mínimamente y según los informes de Greenpeace Argentina la realidad muestra que el mayor problema que enfrentan los bosques nativos de las provincias es el desmonte ilegal y la no reforestación.

El bosque es vida. Su destrucción implica la muerte de miles de especies, muchas en peligro de extinción; y la pérdida de recursos fundamentales como alimentos, medicinas y maderas. Son hogar y sustento de miles de comunidades campesinas e indígenas. Juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y los caudales de agua y la conservación de los suelos. Son posiblemente nuestro patrimonio natural más importante, pero también el más amenazado y depredado. Los desmontes e incendios forestales provocan inundaciones, desertificación y cambio climático.

Destruir bosques es un crimen. Protejamos los árboles. Protejamos la vida.